One of the first things I learned with this experience was how to see life in perspective. With that, I learned how lucky I was: lucky that I was not on an airplane flying in the middle of the Atlantic Ocean when my herniated disc ruptured; lucky that I was not in the slums of Bombay doing a market visit; lucky that my injury was thoracic and not cervical; lucky that I can still move my hands, arms, trunk; lucky that I was fully employed and had a good health insurance; lucky that I was surrounded by an amazing family, amazing friends, amazing neighbors, amazing coworkers….Lucky to be alive!
I have very little to complain and whine about. I have a lot to be thankful for. The other day in my way to work, I was thinking of all the people whom I owe my deepest gratitude. My long commute to work was not long enough to go over all the people that made this experience bearable, spiritually peaceful and even fun. I will dedicate each of my blog entries to a specific individual that helped me make the ride of this journey smoother and ironically enjoyable.
The first person in that long list is my wife. What an amazing individual I got the luck to marry. She is the one that has made me emotionally healthy in this journey. The one that has made me realize the power of love, the power of commitment, the power of determination. She has been my fuel, my energy, my oxygen. I will never forget one day that I was down, way down because I had come to the realization that the woman I love would now be married to a guy on a wheelchair. My wife told me “listen dude I did not marry you because you walked, I married you for many, many other reasons that are still there. The things that make us happy are still intact”. Those words made an impact in my life. I often think of those words when sadness overwhelms me. I have never heard her complain. She is always there for me even in the most “pain in the neck” kind of moments. She even blows kisses every time she does something pain-in-the-neck-ish for me.
The Starbucks Grande 6 pump White Moccha made my wife happy. She even wrote in her status “Enzo got up feeling great, he even asked for a Starbucks Coffee.” In my bed, with tubes all over my body, my throat and God knows where else, I had one sip of the coffee. As soon as I took the first sip, my internal voice screamed, “Dude, I really don’t think drinking that coffee is a good idea.” I stopped.
At a drug induced timeless moment after that sip of coffee, I hit the inflexion moment of this journey. That moment was marked by the time when I realized that I was not feeling my belly. I remember screaming to the nurse that I was not feeling my belly. She, with a “duh” face, asked me if I wanted her to call the doctor. “Yeah! Do so!” After that, my memory is very foggy. I just have flashes of when I was feeling very sick because I had an ileus (my bowels stop functioning, they shut down….TMI). I have flashes of not being able to cough. I have flashes of not being able to breath. I have vivid memories of intense pain every time they transported me from one test room to the other. I have vivid memory of a 90 minutes MRI while my lungs were begging for more oxygen.
Shortly after the surgery, I was transferred to Shepherd. The fog continued for a few weeks. The final of American Idol, was on… I couldn’t care less…who won anyways?
SPANISH VERSION- VERSION EN ESPANOL
El día después de la cirugía
Una de las primeras cosas que he aprendido con esta experiencia es ver la vida en perspectiva. Y con ello aprendí lo afortunado que soy: afortunado porque no estaba volando sobre el Atlántico cuando se rompió la hernia; afortunado porque no estaba en los barrios de Bombay en una visita de mercado; afortunado porque mi lesión fue torácica y no cervical; afortunado porque puedo seguir moviendo las manos, los brazos, el tronco; afortunado porque tenía un empleo a tiempo completo y un buen seguro médico; afortunado porque estaba rodeado de la más increíble familia, increíbles amigos, increíbles vecinos, increíbles colegas... ¡Afortunado de estar vivo!
La verdad es que tengo poco de que quejarme. Por el contrario, tengo mucho que agradecer. El otro día, en camino al trabajo, estaba pensando en todas aquellas personas a quienes les debo mi más profunda gratitud. Mi largo viaje hasta el trabajo no fue suficiente para recordar a todas aquellas personas que han hecho que esta experiencia sea soportable, espiritualmente pacífica y hasta divertida. Dedicaré una página de mi blog a cada una de las personas que me han ayudado a sobreponerme a esta experiencia e, irónicamente, hasta hacerla divertida.
La primera persona en esa larga lista es mi esposa. Con qué persona tan increíble tuve la suerte de casarme. Ha sido ella quien ha mantenido mi salud emocional en este largo periplo, quien me ha mostrado el poder del amor, el poder del compromiso, el poder de la determinación. Ella ha sido mi combustible, mi energía, mi oxígeno. Nunca olvidaré un día en el que estaba deprimido, muy deprimido pues me había dado cuenta de que la mujer que yo amaba permanecería casada con un hombre en silla de ruedas. Mi esposa me dijo, "Mira mijito, yo no me casé contigo porque tú caminabas; me casé contigo por muchas, muchas razones que no han cambiado. Las cosas que nos hacen felices siguen intactas". Esas palabras han tenido un profundo impacto en mi vida. A menudo pienso en esas palabras cuando me embarga la tristeza. Nunca la he oído quejarse. Siempre está conmigo, incluso en los momentos más fastidiosos. Hasta me sopla besitos cuando me ayuda a hacer esas cosas fastidiosas.
Un café Grande 6 pump White Moccha de Starbucks hizo a mi esposa feliz. En su página de Facebook escribió, "Enzo se está sintiendo chévere; hasta me pidió un café de Starbucks". En mi cama, con tubos por todas partes en mi cuerpo, en la garganta y hasta Dios sabe dónde, me tomé un sorbo de café. Tan pronto como tomé ese primer sorbo, una voz interna me gritó, "Muchacho, no creo que tomar café sea una buena idea". Nada, dejé de tomarlo.
Después de ese sorbo de café, en uno de esos momentos suspendidos en el tiempo y bajo los efectos de los medicamentos, crucé una esquina en mi largo periplo y me topé con una realidad: descubrí que no sentía la barriga. Recuerdo que gritando le dije a la enfermera que no sentía la barriga. Y ella, con cara de sarcasmo, me preguntó si quería que llamara al médico. “¡Pues sí!” Después de eso mi memoria se vuelve muy confusa. Por momentos me veo sintiéndome muy mal a causa del íleo (mis intestinos dejaron de trabajar). También recuerdo que no podía toser; no podía respirar. Tengo vívidos recuerdos del intenso dolor que sentía cuando me llevaban de una sala a otra para hacerme los exámenes. Recuerdo claramente los 90 minutos que duró la primera tomografía magnética después de la cirugía mientras mis pulmones imploraban por más oxígeno. Poco después de la cirugía me llevaron para el Shepherd. Seguí viviendo en las nebulosas por unas cuantas semanas más. Sí recuerdo que estaban transmitiendo la final del programa American Idol, pero poco me importada. A propósito, ¿quién ganó?